El
esqueleto es la estructura de sostén del cuerpo y está formado por
huesos. El hueso está formado por células óseas vivas rodeadas por una
sustancia inerte y dura. La composición química del hueso es 25% de agua, 45%
de minerales como fosfato y carbonato de calcio y 30% de materia orgánica.
Estos minerales de calcio le dan al hueso su rigidez y dureza.
Pero los minerales de los huesos no están fijos como los minerales de una roca,
sino que siempre están siendo intercambiados y reemplazados. Por ejemplo, los
iones calcio ( Ca+2 ) circulan tan rápidamente entre el plasma sanguíneo y los
huesos que todo el contenido de iones Ca+2 del plasma se intercambia con el
calcio de los huesos en solo un minuto. Cuando se inyectan iones radiactivos de
calcio o fosfatos en la corriente sanguínea, aparecen rápidamente en el
hueso.
El cuerpo pierde continuamente iones fosfato y de calcio a través de los
riñones y el tubo digestivo. Las células de otros tejidos corporales diferentes
del tejido óseo, también requieren estas sustancias. Si no hay suficiente
minerales en las dietas estos iones son liberados del esqueleto y pasan a la
sangre para ser transportadas a los tejidos que requieren de éstos. Esta
pérdida deja a los huesos blandos, esponjosos y frágiles. Durante el embarazo,
el cuerpo de la madre suministra al niño los materiales para construir su
esqueleto; por ello la futura madre requiere un suministro extra de calcio en
su alimentación, así como los niños y jóvenes durante el crecimiento.
La formación y mantenimiento de los huesos están regulados por hormonas y por
los alimentos. Una hormona de las glándulas paratiroides ayuda a regular los
niveles de Ca+2 y PO4-3(fosfato) en la sangre y los huesos. Los alimentos que
nos proporcionan calcio son leche sus derivados, acelga, brócoli, espinaca
garbanzo, nueces y huevo .
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